Siembra (1978), tiene la particularidad de incluir temas clásicos del género no solo por lo bailable sino por lo "escuchable". En dupla con Willie Colón, la producción nos presenta 7 temas que van desde Plástico, esa feroz crítica a la "alta sociedad" que tantas veces sería abatida por las composiciones de Blades, con unos arreglos en los que Colón, valga la redundancia, se las "arregla" para presentarnos un intro con fuerte presencia de bajo, platillos y violines, con un cierto dejo pop-jazz, que no desentona para nada sino que le otorga una profundidad musical muy interesante al tema. Ese tono de salsa con mensaje lo veremos tambien en el tema que da nombre al disco, Siembra, en el que se presenta un particular llamado a la unidad latinoamericana.
Blades logra hacer con Dime y Ojos lo que no pudieron hacer los creadores e intérpretes de la "salsa erótica": mantener el afinque salsero intacto en canciones con letras romáticas.
Hasta los más alejados de la salsa conocen el tema Pedro Navaja, larga canción en la que se nos cuenta la historia del personaje del mundo hamponil neoyorquino, ese a quien el borracho al verlo muerto le cantaría el estribillo inolvidable: "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida..."
De repente aparece Venezuela, con la historia de la deidad esótérica María Lionza, tema con el que se homenajea al componente mágico religioso latinoamericano, parte de nuestra cultura, queramos o no. Así, aparece en boca de Rubén, el nombre de la diosa que habita "en la montaña de Sorte, por Yaracuy..."
Muestra de lo que es capaz de hacer Blades es sin duda el tema Buscando Guayaba, en el que no solo nos ofrece un tema enmarcado en esa particular picaresca tan latinoamericana, sin caer en ningún momento en lo vulgar, sino que hace de las suyas con el recurso del "solo de boca", vocalización del artista en la que imita el sonido de una guitarra, de forma tan particular que hasta él mismo se mete en problemas cuando canta la canción en vivo, al buscar serle fiel a ese "solo" espontáneo.
No soy objetivo cuando escribo sobre Rubén Blades. El primer artista al que tuve la suerte de ver en el Poliedro de Caracas, en el año 99, es uno de mis favoritos, un imprescindible. Por eso me es difícil escoger alguna canción de este disco. Pero siendo fiel a este blog que recién comienza, puedo ensayar un favoritismo forzado, porque el disco completo es para mi un favorito: para bailar Dime, para escuchar y pensar Siembra, y para regodearme en mi nacionalidad, a pesar de no ser para nada religioso, María Lionza.
El que no crea que es difícil escoger una canción de este disco, solo tiene que escucharlo.
Blades logra hacer con Dime y Ojos lo que no pudieron hacer los creadores e intérpretes de la "salsa erótica": mantener el afinque salsero intacto en canciones con letras romáticas.
Hasta los más alejados de la salsa conocen el tema Pedro Navaja, larga canción en la que se nos cuenta la historia del personaje del mundo hamponil neoyorquino, ese a quien el borracho al verlo muerto le cantaría el estribillo inolvidable: "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida..."
De repente aparece Venezuela, con la historia de la deidad esótérica María Lionza, tema con el que se homenajea al componente mágico religioso latinoamericano, parte de nuestra cultura, queramos o no. Así, aparece en boca de Rubén, el nombre de la diosa que habita "en la montaña de Sorte, por Yaracuy..."
Muestra de lo que es capaz de hacer Blades es sin duda el tema Buscando Guayaba, en el que no solo nos ofrece un tema enmarcado en esa particular picaresca tan latinoamericana, sin caer en ningún momento en lo vulgar, sino que hace de las suyas con el recurso del "solo de boca", vocalización del artista en la que imita el sonido de una guitarra, de forma tan particular que hasta él mismo se mete en problemas cuando canta la canción en vivo, al buscar serle fiel a ese "solo" espontáneo.
No soy objetivo cuando escribo sobre Rubén Blades. El primer artista al que tuve la suerte de ver en el Poliedro de Caracas, en el año 99, es uno de mis favoritos, un imprescindible. Por eso me es difícil escoger alguna canción de este disco. Pero siendo fiel a este blog que recién comienza, puedo ensayar un favoritismo forzado, porque el disco completo es para mi un favorito: para bailar Dime, para escuchar y pensar Siembra, y para regodearme en mi nacionalidad, a pesar de no ser para nada religioso, María Lionza.
El que no crea que es difícil escoger una canción de este disco, solo tiene que escucharlo.
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