Alkohol es el último disco del compositor balcánico y su Orquesta de Bodas y Funerales, un trabajo en directo que está dividido en dos capítulos: Slivovitz y Champagne y que fue grabado en el verano de 2007 en Guca, Skopje y Belgrado.
Goran Bregovic, nacido en Sarajevo, de madre serbia y padre croata, lleva décadas ofreciendo su visión de esa particular cultura que el mismo define como “mezcla de los kitsch con lo violento y las emociones desbocadas”, cuya música tradicional se interpretaba cuando se acababan las tareas en el campo y la gente se reunía para beber.
De ahí ese título tan explícito como homenaje a esta tradición. Slivovitz se refiere a la bebida tradicional yugoeslava, una especie de brandy de ciruela y en esa parte la banda de Bregovic interpretó en Guca (Serbia) en un festival de bandas de metales que convoca a unas 150.000 personas un repertorio de canciones que nunca se publicaron y que han de ser escuchadas y bailadas bajo la influencia de bebidas espirituosas y comiendo carnes a la brasa y chucrut.
Toda una orgía que contrasta con la segunda parte, Champagne, que es un concierto para violín, metales balcánicos, seis voces masculinas y una pequeña orquesta de cámara. Sin embargo Goran Bregovic recomienda disfrutar de estas canciones con alcoholes menos fuertes y luces difuminadas.
Goran Bregovic, nacido en Sarajevo, de madre serbia y padre croata, lleva décadas ofreciendo su visión de esa particular cultura que el mismo define como “mezcla de los kitsch con lo violento y las emociones desbocadas”, cuya música tradicional se interpretaba cuando se acababan las tareas en el campo y la gente se reunía para beber.
De ahí ese título tan explícito como homenaje a esta tradición. Slivovitz se refiere a la bebida tradicional yugoeslava, una especie de brandy de ciruela y en esa parte la banda de Bregovic interpretó en Guca (Serbia) en un festival de bandas de metales que convoca a unas 150.000 personas un repertorio de canciones que nunca se publicaron y que han de ser escuchadas y bailadas bajo la influencia de bebidas espirituosas y comiendo carnes a la brasa y chucrut.
Toda una orgía que contrasta con la segunda parte, Champagne, que es un concierto para violín, metales balcánicos, seis voces masculinas y una pequeña orquesta de cámara. Sin embargo Goran Bregovic recomienda disfrutar de estas canciones con alcoholes menos fuertes y luces difuminadas.
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