Bill Evans: "Peace piece" (1958)
En paz
Cayó su cabeza sobre el teclado
casi rozándolo.
Casi tocándolo con la frente.
Sus manos, instrumentos de lo imposible,
tornaron guantes de seda
más allá del dolor.
No cruzó palabra con nadie.
Hacía tiempo que Bill Evans vivía en algún lugar lejos de todo,
de todos,
envuelto sobre sí mismo.
Apenas, una sombra.
Aquella noche, en Balboa Jazz,
el poeta se hizo carne,
y su carne, música
… y su música se perdió en el frío aire de una noche de invierno.
Chema García Martínez
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