Highland Park, Illinois. El debut estadunidense de Orion, obra de Philip Glass (Baltimore, 1937), se efectuó el martes 21 de junio en el contexto del prestigiado Festival Ravinia, realizado en este poblado colindante con el Lago Michigan, 41 kilómetros al norte de Chicago.
Asimismo, el debut latinoamericano ocurrirá el 11 de octubre en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, de la ciudad de Guanajuato, como una de las actividades estelares de la versión 33 del Festival Internacional Cervantino.
Comisionada por la Olimpiada Cultural 2004, celebrada en Atenas, Grecia, Orion toma su nombre de la constelación más grande del cielo nocturno.
Después del estreno en Ravinia, cuyo festival se remonta a 1911, el Philip Glass Ensemble, bajo la dirección de Michael Riesman, con sus siete huéspedes estelares, viajó a Costa Mesa, California, para una segunda presentación.
Luego de un receso de tres meses, la gira de Orion se retomará el 4 de octubre con una serie de cinco funciones en Nueva York, de allí el conjunto de músicos se trasladará a la capital de Guanajuato.
Festival de Ravinia
Las actividades del Festival Ravinia se desarrollan en el parque del mismo nombre, con la particularidad de que los asistentes tienen la opción de comprar un boleto sólo para el área del prado, lo que les permite hacer un día de campo y al mismo tiempo escuchar el concierto, o bien adquirir un asiento en el teatro al aire libre, pero cubierto, espacio con aforo para 3 mil 200 personas.
Orion fue compuesta en colaboración con Mark Atkins, Ashley MacIsaac, Wu Man, Ravi Shankar, Foday Musa Suso y Uakti.
Philip Glass lo determinó así, pues los orígenes multiétnicos de sus invitados reflejaban el carácter internacional de la Olimpiada.
Pasados ''los juegos'', la obra se queda como un mensaje de convivencia humana y demuestra con creces que la música, en efecto, constituye un lenguaje universal.
Eran las 20 horas de la primera noche de verano y el cielo todavía estaba claro. De pronto se encendieron las luces en el escenario del pabellón y aparecieron los nueve integrantes del Philip Glass Ensemble, todos vestidos de blanco, aunque no con el mismo atuendo.
A lo largo de los 95 minutos que dura Orion, el escucha es trasladado a los cinco continentes, en un recorrido por diferentes civilizaciones.
Cabe recordar que desde 1964, Glass se ha ocupado de realizar encuentros con compositores provenientes de tradiciones musicales diferentes a la suya.
Sin embargo, con la mayoría de sus huéspedes estelares ya había trabajado.
El primero en orden de aparición es el australiano Mark Atkins, intérprete del didjeridoo, larga flauta de madera, tal vez el instrumento musical más antiguo sobre la faz de la Tierra.
Concluida su intervención, Atkins dio la bienvenida a la china Wu Man. La solista de pipa rompió con lo estático del australiano, ya que sus manos volaron sobre su laúd de cuatro cuerdas, con cuerpo de pera.
Con coquetería, Man miraba hacia atrás, donde estaban los demás músicos, y sonreía. Volteaba las hojas de la partitura con energía.
Festín con un violinista
Glass ''descubrió'' al violinista zurdo Ashley MacIsaac (Cape Breton Island, Canadá) cuando tenía 17 años y lo llevó a Nueva York en 1992, como solista estelar de la obra de teatro Woyzeck.
MacIsaac vestía camiseta roja con la palabra Canadá, una falda escocesa, con bolsa al frente, y calcetas blancas. Fue un festín. Marcaba el ritmo con su pie. Terminaba bailando y en un brinco alzó las piernas hacia adelante.
En su retirada, el violinista recibió al gambés Foday Musa Suso quien, además de músico, es un mandingo griot, es decir, historiador del pueblo mandingo. En los años 70 se estableció en Chicago. (Glass se graduó a los 19 años en la Universidad de Chicago, con estudios en matemáticas y filosofía, antes de ingresar a la Escuela Julliard.)
Suso cantó, a la vez que tocaba el kora, instrumento de 21 cuerdas hecho con una gran calabaza que se utiliza como caja de resonancia.
Siguió el grupo experimental brasileño Uakti, integrado por Paulo Sergio dos Santos, Artur Andrés Ribeiro y Décio de Souza Ramos Filho. Marco Antonio Guimaraes es el director musical y creador de instrumentos.
Convencidos de que cualquier cosa puede producir sonido, tocan desde flautas, una especie de marimba y un gran rollo metálico que uno gira mientras otro lo hace sonar con una baqueta.
Ovación del público
La parte correspondiente a Ravi Shankar, compuesta por el maestro del sítar y Philip Glass, fue interpretada por su discípulo, Kartik Seshadri, virtuoso con ángel, atento a todo lo que ocurría. La última en aparecer fue la cantante griega Eleftheria Arvanitaki, idolatrada en su país. ''Llena estadios'', anota Orly Beigel, productora de Glass en México.
Volvió al escenario Wu Man quien, con su pipa, hizo las veces del bouzouki griego. De manera paulatina todos los huéspedes estelares regresaron al escenario. Si cada parte de Orion fue única e hipnotizante, el final resultó tan emotivo que cuando terminaba la obra como empezó con un ronquido del didjeridoo, el público en su conjunto literalmente brincó de sus asientos para ovacionarlos de pie.
Entrevistado por La Jornada, Glass habla del ''entusiasmo'' con que fue recibido Orion en Atenas: ''Eleftheria es muy conocida en Grecia. La canción que entonamos, como todo mundo la conoce, la cantaron con nosotros. Fue muy emotivo''.
Respecto de su estreno estadunidense, Glass señaló: ''Hay muchos griegos en Chicago''. Rectificó: ''Claro, no todos eran griegos, pero por lo menos había alrededor de 200. Y ellos pueden hacer ruido cuando quieren''.
Terminada la función, a los pocos minutos, Glass salió a firmar autógrafos debajo de una pequeña lona instalada para ese propósito.
Asimismo, el debut latinoamericano ocurrirá el 11 de octubre en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, de la ciudad de Guanajuato, como una de las actividades estelares de la versión 33 del Festival Internacional Cervantino.
Comisionada por la Olimpiada Cultural 2004, celebrada en Atenas, Grecia, Orion toma su nombre de la constelación más grande del cielo nocturno.
Después del estreno en Ravinia, cuyo festival se remonta a 1911, el Philip Glass Ensemble, bajo la dirección de Michael Riesman, con sus siete huéspedes estelares, viajó a Costa Mesa, California, para una segunda presentación.
Luego de un receso de tres meses, la gira de Orion se retomará el 4 de octubre con una serie de cinco funciones en Nueva York, de allí el conjunto de músicos se trasladará a la capital de Guanajuato.
Festival de Ravinia
Las actividades del Festival Ravinia se desarrollan en el parque del mismo nombre, con la particularidad de que los asistentes tienen la opción de comprar un boleto sólo para el área del prado, lo que les permite hacer un día de campo y al mismo tiempo escuchar el concierto, o bien adquirir un asiento en el teatro al aire libre, pero cubierto, espacio con aforo para 3 mil 200 personas.
Orion fue compuesta en colaboración con Mark Atkins, Ashley MacIsaac, Wu Man, Ravi Shankar, Foday Musa Suso y Uakti.
Philip Glass lo determinó así, pues los orígenes multiétnicos de sus invitados reflejaban el carácter internacional de la Olimpiada.
Pasados ''los juegos'', la obra se queda como un mensaje de convivencia humana y demuestra con creces que la música, en efecto, constituye un lenguaje universal.
Eran las 20 horas de la primera noche de verano y el cielo todavía estaba claro. De pronto se encendieron las luces en el escenario del pabellón y aparecieron los nueve integrantes del Philip Glass Ensemble, todos vestidos de blanco, aunque no con el mismo atuendo.
A lo largo de los 95 minutos que dura Orion, el escucha es trasladado a los cinco continentes, en un recorrido por diferentes civilizaciones.
Cabe recordar que desde 1964, Glass se ha ocupado de realizar encuentros con compositores provenientes de tradiciones musicales diferentes a la suya.
Sin embargo, con la mayoría de sus huéspedes estelares ya había trabajado.
El primero en orden de aparición es el australiano Mark Atkins, intérprete del didjeridoo, larga flauta de madera, tal vez el instrumento musical más antiguo sobre la faz de la Tierra.
Concluida su intervención, Atkins dio la bienvenida a la china Wu Man. La solista de pipa rompió con lo estático del australiano, ya que sus manos volaron sobre su laúd de cuatro cuerdas, con cuerpo de pera.
Con coquetería, Man miraba hacia atrás, donde estaban los demás músicos, y sonreía. Volteaba las hojas de la partitura con energía.
Festín con un violinista
Glass ''descubrió'' al violinista zurdo Ashley MacIsaac (Cape Breton Island, Canadá) cuando tenía 17 años y lo llevó a Nueva York en 1992, como solista estelar de la obra de teatro Woyzeck.
MacIsaac vestía camiseta roja con la palabra Canadá, una falda escocesa, con bolsa al frente, y calcetas blancas. Fue un festín. Marcaba el ritmo con su pie. Terminaba bailando y en un brinco alzó las piernas hacia adelante.
En su retirada, el violinista recibió al gambés Foday Musa Suso quien, además de músico, es un mandingo griot, es decir, historiador del pueblo mandingo. En los años 70 se estableció en Chicago. (Glass se graduó a los 19 años en la Universidad de Chicago, con estudios en matemáticas y filosofía, antes de ingresar a la Escuela Julliard.)
Suso cantó, a la vez que tocaba el kora, instrumento de 21 cuerdas hecho con una gran calabaza que se utiliza como caja de resonancia.
Siguió el grupo experimental brasileño Uakti, integrado por Paulo Sergio dos Santos, Artur Andrés Ribeiro y Décio de Souza Ramos Filho. Marco Antonio Guimaraes es el director musical y creador de instrumentos.
Convencidos de que cualquier cosa puede producir sonido, tocan desde flautas, una especie de marimba y un gran rollo metálico que uno gira mientras otro lo hace sonar con una baqueta.
Ovación del público
La parte correspondiente a Ravi Shankar, compuesta por el maestro del sítar y Philip Glass, fue interpretada por su discípulo, Kartik Seshadri, virtuoso con ángel, atento a todo lo que ocurría. La última en aparecer fue la cantante griega Eleftheria Arvanitaki, idolatrada en su país. ''Llena estadios'', anota Orly Beigel, productora de Glass en México.
Volvió al escenario Wu Man quien, con su pipa, hizo las veces del bouzouki griego. De manera paulatina todos los huéspedes estelares regresaron al escenario. Si cada parte de Orion fue única e hipnotizante, el final resultó tan emotivo que cuando terminaba la obra como empezó con un ronquido del didjeridoo, el público en su conjunto literalmente brincó de sus asientos para ovacionarlos de pie.
Entrevistado por La Jornada, Glass habla del ''entusiasmo'' con que fue recibido Orion en Atenas: ''Eleftheria es muy conocida en Grecia. La canción que entonamos, como todo mundo la conoce, la cantaron con nosotros. Fue muy emotivo''.
Respecto de su estreno estadunidense, Glass señaló: ''Hay muchos griegos en Chicago''. Rectificó: ''Claro, no todos eran griegos, pero por lo menos había alrededor de 200. Y ellos pueden hacer ruido cuando quieren''.
Terminada la función, a los pocos minutos, Glass salió a firmar autógrafos debajo de una pequeña lona instalada para ese propósito.
Me gusta mucho tu entrada sobre Glass, describes detalladamente el concierto hasta el punto de que uno se siente ahí. Felicidades por el Blog, es muy bueno.
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